lunes, 18 de octubre de 2010

El fin de una historia.

Querida amiga:

¿cómo estás? Espero que bien.

No se si he sido egoísta contigo o es que simplemente no soporto que me hayas utilizado como si fuera una muñeca recién regalada por reyes. He intentado no pensar demasiado a cerca de esto… pero bueno, es inevitable. Me como la cabeza fácilmente, y más por estas cosas.. debido a mis antecedentes. Te cuento que hoy tuve un día muy productivo y he estado superentretenida, eso me ha permitido no recordarte demasiado. Se que soy una pesada…pero necesito hacer esto. Escribirlo al menos, aunque sepa que no lo leas. Para aceptarlo. Para olvidarlo, Para aprender a vivir sin ti.

Lo tuyo, me ha servido para tener claras un par de ideas que he querido apartar de mi durante algún tiempo. Si he confiado en ti en vano… es inviable entregar más de mi a nadie. No sabemos cuánto durarán nuestras relaciones con los demás…¿debemos entregarnos? ¿ cuándo será para siempre?. ¿Tú eras para siempre? Para mi si. Supongo que eso nos prometimos. A pesar de todo… aunque haya pasado alguna que otra vez.

Ahora, estoy aquí en casa de mi tía, sentada en el salón, y no se que hacer para descargar…necesito llorar pero no voy a hacerlo, supongo que el dolor de una persona que me merezca, si vale la pena llorarla. Aun así… aunque no leas esto hoy, ni mañana… ni nunca, querida amiga, necesito decirte que te he querido muchisimo, te he dado el regalo más preciado que puedo darle a una persona: la confianza. He confiado, aunque he visto lagunas en ti. He querido creer que nunca me pasaría. Me he aventurado a la amistad ciega contigo por lo menos.

Te di todo lo que tenía dentro, mil risas, te di tardes , cafés, capuccinos y maquillaje. Me diste lo que no tenías a quien darle… Ahora que si tienes , ya no quieres saber de mi. Lo puedo llegar a entender, pero no lo comprendo. ¡Yo no sería capaz de hacerte esto! …me duele el corazón. Como le duele a una cuando se muere algo bonito, cuando perece un pedazo de vida.

No se si el problema es que soy demasiado sensible, que no lo veo desde otra perspectiva, que eso intento a cada rato… o que no te conozco lo suficiente (cosa de lo que llevo años presumiendo).

Sólo se que me has decepcionado, y este es mi problema. Escribiendo esto espero dejar zanjada esta historia, cerrarla a mi misma. Ya no puedo quererte como antes, ni mirarte, ni escuchar tus problemas.

Como dice mi madre: “mamita… lo que no sirva, que no estorbe”.