sábado, 11 de diciembre de 2010

La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.


Pensamos que continuamente perdemos algo, y siempre resulta ser de valor. La juventud, la familia, la suerte, los amigos. No creo que perder sea la palabra adecuada. Cuando eres niño, te enseñan muchos valores, normas, vives en un mundo muy egocéntrico y feliz. Tienes una idea general muy optimista de las personas que te ofrecen "algo", de tus padres, e incluso de tu peluche. Siempre descubres alguna moneda que estaba en el suelo y nadie percibió. Eres explorador de tu casa y de la vida. Adivinas quién te puede coger en brazos y quién no. Tú simplemente actúas y todo confuagula en tu favor. Cuando creces, sólo te conviertes en un niño grande; con ilusiones, con expectativas, con ideas sobre los que te ofrecen "algo", sólo que ahora es muy importante lo que das porque siempre... siempre te lo tendrán en cuenta. Eres consciente de ello y te comportas amorosamente. Fantástico. Nunca dejaste de ser niño. Nunca apartaste tus juguetes definitivamente por un fichero lleno de folios sin sentido. Nunca dejaste de mirar a los ojos con ilusión e incomprensión.
Simplemente, llegan días que te transforman, que te hacen ver las cosas, a las personas, las situaciones y los momentos de forma diferente. Y ahí no tienes a los que te ofrecen "algo " para entenderlo, porque la idea del mundo la construyes tú. Es lo que tiene el pensamiento objetivo y postformal: La abstracción.

Siguen los miedos que fueron enseñados por tus padres, tu gusto alimenticio, tus rabietas, tu lunar grande. Todo sigue ahi. El problema es que te hacen creer que eres otra persona y que has perdido todo lo que un día fuiste y en realidad... nunca ha sido así.

Los cambios siempre tienen cargas positivas. Te enseñan a adaptarte al ambiente, a sobrevivir entre entes muy diferentes, con sus características, virtudes y problemas. Los cambios te enseñan nuevas facetas de ti, que estaban por ahí, en algún rincón del niño que llegaba a casa con sangre en las rodillas. Tu mamá siempre te ponía una tirita de dibujitos.
Ahora las tiritas, son mentales, por eso se hace tan difícil. Porque tienes que ser coherente. Porque tienes que ponértela tú. Porque no va a venir mamá.


Y seguirás cambiando y aprenderás sobre sonajeros, tiritas, niños enrrabietados, niños mentirosos, niños que quieren ser mayores, niños que te rompen las muñecas y niños que si te ven triste porque te caíste en el patio del colegio se acercan a tí y te preguntan: - ¡AYY! cuánto daño! ¿qué te han hecho?. Y tú entre lágrimas les dices que te ha dolido, que han sido los niños malos. Te ayuda a levantarte.



Y a otra cosa mariposa.


martes, 7 de diciembre de 2010

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Pasas por las calles casi sin darte cuenta de que todos andan mirando tus espaldas. Las esquinas están cargadas de significado y cada olor te recuerda a viejos momentos.

Miras al cielo y te sientes insignificante, tanto como una estrella más. Que estás aquí de paso, que no sabes si mañanas cruzarás la calle, doblarás la esquina o respirará hondo como hasta hoy.

¿Qué fue lo último que viste? Cuadros, agua, suelo, tus manos. Tus manos sobre el pecho. Tus ojos cerrados, ahora estás solo.

Viniste aquí por algún motivo, y por eso mismo te irás. Por algún motivo, con tu historia detrás, las estrellas en tus ojos y paz en el alma. Siempre que hayas sido feliz el tiempo que hayas estado por aquí, ¿que más dará?... siempre puedes volver si te apetece.