viernes, 13 de mayo de 2011

Hoy vi de nuevo esa mirada,
se sube en pescadería y va hasta la iglesia del Rocío, y yo le miro , miro y me encanta. Tendrá 10 añitos, los ojitos marrones y una tierna sonrisa que ilumina el bus línea 5. Es tierno y le gusta que su papá le acaricie la cabeza.
Yo no puedo hacer otra cosa que mirarle y sentir un cúmulo de rosas en el pecho. Es algo tan grande, tan bonito...un padre con su hijo con discapacidad. Sentado en su silla de sueños, con la que recorre las calles y se supera a sí mismo.

Hoy me propongo preguntarle algún día su nombre, ponerle nombre a la belleza.

2 comentarios:

  1. Genial, desde que te leo, no dejo de pensar en que he de dar un enfoque distinto a mi escritura. Tú eres distinta, eres directa, no usas florituras, identificas la idea y olvidas los disfraces de mal gusto. "Le gusta que su papá le acaricie la cabeza" Me encanta, sigue así porfa.

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  2. gracias :) las florituras distraen de lo esencialmente bello.

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