viernes, 15 de marzo de 2013

Jornada introspectiva

Para mentir hay que ser muy inteligente. Hay que tramar. ¡Qué tedioso!. Para mentir es necesario tener habilidades tales como el arte de la retórica, la fantasía y la convicción. Cuánto trabajo. Sólo lo pienso y mis piernas duermen. Las mentiras son como los volcanes.Permanecen en su letargo, están modo off. Se esconden tal vez, y sin saber muy bien cómo... un día cualquiera, en algún lugar del mundo sale todo. Todo. Y afecta a pequeñas personitas que viven con sus sueños y esperanzas al pie del susodicho. Y así es. Una gran masa de descompensación que va volviendo loco a todo el mundo. Sin dilación. Sin miramientos. Así veo yo la mentira. ¿Por qué hay personas que tienen tics cuando la emplean? El cuerpo tiembla, se pone nerviosito. Tontorrón. Y miras hacia la izquierda, o te muerdes las uñas, te rascas el pelo, te tocas las rodillas o mueves el pie. Quizás todo a la vez. Aprender a mentir suena útil. Tal vez deberían dar cursillos en la universidad; de estos por los que te dan 5 ECTS. Suena divertido. Muy a mi pesar, mi mecanismo apuesta por no hacer trabajar demasiado a mi memoria selectiva y no me inclino. No voy. Me voy. No quería hablar de esto. Qué bien se me da mentir (es mentira).

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